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En ocasiones el trabajo que haces marca la diferencia en la experiencia del paciente. Esta es una historia personal de perseverancia y de esperanza; para inspirarte, o tal vez hacer que reflexiones un poco más sobre lo que estas haciendo en tu vida, o un empujón suave que te recuerde por qué estas haciendo lo que estas haciendo.
Cuando era niña, mis pensamientos estaban llenos de sueños de lo que la vida tenía para ofrecerme.
Los problemas de salud eran reales en el mundo, pero parecían ocurrir en un lugar lejano o con personas de edad avanzada.
Involucrarme con equipos clínicos u hospitales no estaba dentro de mis pensamientos, me encontraba inmersa estableciendo planes cuidadosamente preparados para mi vida adulta. Cada fase de la vida fue
cuidadosamente orquestada; la universidad, luego el matrimonio seguido de una carrera laboral tal como lo había soñado.
La vida tenía otros planes y me lanzó una bola curva que me llevó por un camino que nunca anticipé.
Te quiero compartirte mi experiencia que cambio mi vida, un viaje de la oscuridad a la esperanza.
Mi querido esposo Rob venció el linfoma de Hodgkin dos veces. La radiación que recibió en 1984 fue la última y no volvimos a ver nada en su cuerpo.
Con el cáncer en el espejo retrovisor, pensamos que lo peor había quedado atrás.
El Día de los Caídos en Guerra de 2012, mientras caminábamos por el muelle, Rob tuvo que detenerse y recuperar el aliento más de una vez. Abordamos el bote de un amigo para llevar a cabo un viaje a nuestro lugar favorito, almorzariamos en una isla cercana.
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